Me gusta anotar los libros que voy leyendo cada año. Es una de las pocas manías "contables" que tengo, pero no me despisto con ella casi nunca. No es que no sepa si he leído un libro o no (siempre me acuerdo, o casi), pero ver cómo la lista va engordando durante el año es, no sé, una especie de "aliciente".
Aquí va la lista del año (ya) pasado. No han sido tantos libros como otras veces, pero tampoco es que ande buscando superar mi marca de... (no me acuerdo, puede que unos 50). Desde que he aprendido a implementar la sana costumbre de "si no te gusta, déjalo", el tiempo me cunde mucho más, eso sí:
- Labia, de Eloy Tizón
- Velocidad de los jardines, de Eloy Tizón
- Tokio blues, de Haruki Murakami
- Nocilla experience, de Agustín Fernández Mallo
- Fuga sin fin, de Joseph Roth
- Llamadas telefónicas, de Roberto Bolaño
- Las interioridades, de Felix J. Palma
- Bartleby y compañía, de Enrique Vila-Matas
- Skins, de Alfonso Fernández Burgos
- La vida ausente, de Ángel Zapata
- No logo, de Naomi Klein
- Sicilia, invierno, de Ignacio Ferrando
- The plot against America, de Philip Roth
- Brideshead revisited, de Evelyn Waugh
- The age of innocence, de Edith Wharton
- Derrumbe, de Ricardo Menéndez Salmón
- Le parfum d'Adam, de Jean-Christophe Rufin
- Chesil Beach, de Ian McEwan
- Mil cretinos, de Quim Monzó
- Pantaleón y las visitadoras, de Mario Vargas Llosa
- Los perros de Tesalónica, de Kjell Askildsen
- Oficios, de Juan Carlos Márquez
- The black prince, de Iris Murdoch
- The brief wondrous life of Oscar Wao, de Junot Díaz
- All the sad young literary men, de Keith Gessen
- La historiadora, de Elisabeth Kostova
- The yiddish policemen union, de Michael Chabon
- La casa de los encuentros, de Martin Amis
- Nosotros, todos nosotros, de Víctor García Antón
- Vida y destino, de Vasili Grossman
- Brief interviews with hideous men, de David Foster Wallace
- El misterio de la cripta embrujada, de Eduardo Mendoza
- Remedio para meláncólicos, de Ray Bradbury
- Macbeth, de William Shakespeare
- La metamorfosis, de Franz Kafka
- Consider the lobster, de David Foster Wallace
- El mapa del tiempo, de Feliz J. Palma
- El vacío y el centro, de Ángel Zapata
- La ofensa, de Ricardo Menéndez Salmón
- Norteamérica profunda, de Juan Carlos Márquez
Y algunos libros de poesía que, como es mi costumbre (buena o mala, vete a saber), empiezo y retomo de vez en cuando. Entre otros (la lista completa es mucho más larga, pero aún estoy a la mitad o a la décima parte de casi todos):
- Reparación, de C.K. Williams
- El canto, de C.K. Williams
- Haikus, de Jack Kerouac
- Poesía completa, de Sylvia Plath
- Pequeños accidentes caseros, de Berna Wang
- Dinero, de Pablo García Casado
- Mercado Común, de Mercedes Cebrián
- Poesía de W.H. Auden
Lo cierto es que, relecturas aparte, este año no ha sido espectacular. Tendría que decir que la novela que más me ha gustado ha sido "Derrumbe" y después "The yiddish policemen union" y que tal vez me gustó tanto porque no esperaba de ella nada en particular. Aunque también me gustaron mucho "Skins" y "Pantaleón y las visitadoras" y, por supuesto, el es-tu-pen-do libro de cuentos siciliano de mi "mentor cuentístico" :)
Me decepcionó en grado sumo Murakami... otra vez ("Tokio blues"), y eso que ya sabía a lo que iba (tch tch tch para mí!). Tampoco me entusiasmó la 2ª parte de la Nocilla. Ian McEwan consiguió aburrirme en poco más de doscientas páginas de una edición minúscula. Iris Murdoch empezó muy muy bien y luego se desinfló. A Martin Amis lo dejé a la mitad, lo mismo que quise hacer con Joseph Roth y no pude porque no me quedaba más remedio que leerlo (sic).
Félix J. Palma me gusta infinitamente más en los cuentos que en la novela (por dios, Félix, vueeelve!!!). Grossman por supuesto me emocionó, pero no guardo un recuerdo intenso de su "Vida y destino", tal vez porque lo leí durante un espacio de varios meses y la impresión quedó diluida en el tiempo. Vila-Matas, en mi segundo asalto (en el 2007 intenté "Doctor Pasavento"... y ahí sigue, en el intento), me gustó mucho, y allá voy por el tercero ("Dietario voluble"), que ya quedará para la lista del 2009.
Pequé de encefalograma plano con la vampiresa Kostova (sí, sé que no debería confesarlo, pero... ¿quién no tiene una debilidad mental de vez en cuando?). Me fié de la bonita cubierta del libro de Keith Gessen y casi lo acabo tirando por la ventana. No pude terminar con el panfleto político-mediático-sociológico de la señorita (??) Klein. Eloy Tizón me gustó sin que terminase de entenderlo, como siempre --podría decir lo mismo de Ángel Zapata. A Bolaño no acabé de cogerle el gusto, aunque lo seguiré intentando.
Mi primer Philip Roth no fue lo que esperaba (puede que lo eligiese mal). Lo mismo que el último Pulitzer Óscar Wao y todas sus referencias freakies (que entendía, dios, estoy enferma). Me ratifiqué en que Eduardo Mendoza no me hace ni pizca de gracia y en que hay algunos clásicos que nunca me cansaré de leer, aunque me provoquen pesadillas de manos manchadas de sangre ("Macbeth") o bichos repugnantes ("La metamorfosis").
Este año 2009 que empieza me he propuesto terminar todo lo que tengo empezado. Ya es bastante por lo menos para el primer trimestre. Y releer a los rusos. Ese es propósito del año pasado, pero se me cruzó el señor Grossman por el medio (que sí, es ruso, pero no de esos rusos barbudos y con mala leche a los que me refiero) y se me olvidó.
Y también, seguir leyendo lo que me apetece en cada momento. Aunque luego el resultado sean listas tan de mezclilla como esta.
Ala, al trabajo.
PD: La foto es del duomo de Catania. Apostaría que los dos amorcillos regordetes no están leyendo a Chuck Palahniuk :D