El anuncio de Freixenet de este año está dirigido por Martin Scorsese y es un homenaje a las películas de Alfred Hitchcock. No sé qué pensará el resto del mundo, pero a mí me parece genial. Una obra de arte, y, por una vez, sin burbujas en bikini.
Fijaos en el plano con el que comienza el anuncio real (no el pequeño trampantojo del bueno de Martin hablando de esas páginas perdidas de Hitchcock que ha encontrado y que va a filmar): el violinista tocando esa música que es tan de "Psicosis" o de "Los pájaros", y la cámara que retrocede hasta mostrarnos la escena completa del teatro y el público. El color de la imagen, la fotografía, que es tan de "Con la muerte en los talones". Los títulos de crédito, la mano que abre la puerta, la caja, la imagen grabada desde lo alto de la escalera mientras el protagonista sube. Solo me ha faltado la oronda figura de Alfred sentada en el patio de butacas, o tropezando con el protagonista en un momento de descuido.
Lo único que no me ha terminado de gustar es el final. Gracioso, pero demasiado obvio, ¿no? Como si no nos hubiéramos dado cuenta de todo lo demás. Aún así, olé por Martin Scorsese.
Lo único que no me ha terminado de gustar es el final. Gracioso, pero demasiado obvio, ¿no? Como si no nos hubiéramos dado cuenta de todo lo demás. Aún así, olé por Martin Scorsese.
2 comentarios:
En un recuerdo falso, yo me enamoré de una de esas burbujas y sus trajecitos dorados marcando formas. Me gustaba su sonrisa. Ahora ya no la encontraré... ¿Quién me hace de burbuja?
Si hay que postularse para burbuja, se postula una, pero que haya champán de por medio, oiga. Lo que ya no tengo tan claro es eso de los trajecitos dorados (muy exiguos, si mal no recuerdo).
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