15 de septiembre de 2008

¿A quién leeremos ahora que David Foster Wallace ya no está?

Me lo pregunto desde ayer: ¿quién podrá ocupar el hueco que DFW deja en la literatura contemporánea? ¿Habrá alguien que se atreva a llamarse su sucesor, su igual, incluso su némesis?


¿O nos hemos quedado huérfanos de bromas infinitas, nosotros pequeños niños con el pelo raro?

10 de septiembre de 2008

La partícula de dios

Ayer, según algunos, era nuestra última noche en la Tierra. En el universo, tal vez habría que decir. No sé en qué la invertiríais, mis queridos lectores. Yo estuve planchando y me fui a dormir pronto, estaba muerta de sueño. No resultó una mala idea, ya que hoy a estas horas seguimos aquí, y me da que por bastante tiempo todavía.


xkcd.com


Cuando estudiaba la carrera, se hablaba de las partículas subatómicas como algo misterioso y extraordinario que solo podrías conocer si te apuntabas a la especialidad de Física Teórica (o similares), o si eras aficionado a la revista "Investigación y Ciencia" (donde periódicamente sacaban algún reportaje sobre los quarks, aunque de ninguno de ellos era posible extraer ninguna conclusión medianamente rigurosa, por eso de lo divulgativo, y por eso de que entonces no teníamos ni idea de casi nada que no fuera el gato de Schrödinger o la habilidad de Richard Feynman con los bongos brasileños).

La primera vez en que tuve la sensación de que estaba tocando "algo de lo que se cocía" fue en la Mecánica Cuántica de 4º de carrera (sobre todo con aquel problema especialmente motivado por usted --disculpad, chiste para entendidos o, mejor dicho, para sufridores). Y qué decir de la Teoría Cuántica de Campos de 5º, donde incluso aprendíamos los nombres y los spin de las dichosas partículas, y hasta cómo interactuaban para dar lugar al modelo electrodébil, en páginas y páginas de cálculos, hechos todos con letras (a ver qué os creíais; por eso digo que sin calculadora yo no soy nada), y muy a pesar del profesor titular de la asignatura, que era de la opinión de que ninguno de nosotros estaba capacitado para entender nada de aquello (sic, casi).

Qué tiempos aquellos...

El bosón de Higgs solo aparecía por las conversaciones de pasada. Como ese tipo que se ha colado en la fiesta de gorra y no quiere llamar demasiado la atención, no sea que alguien se dé cuenta de que está zampando emparedados y bebiendo cubatas gratis. 

Ahora dicen los del CERN que lo van a descubrir o, al menos, intentarlo. Habrá que estar al tanto, por eso de que igual nada resulta como habíamos creído o, todavía peor (¿?), justo como pensábamos. De momento yo les voy a desear que la fuerza les acompañe. 

La fuerza unificada, claro.

7 de septiembre de 2008

Tercer asalto


Expiraba una tarde sumamente calurosa de comienzos de julio cuando un joven abandonó el cuartucho que alquilaba en el pasadizo S. y encaminó sus pasos, lentamente y como indeciso, hacia el puente K.

Había tenido la suerte de eludir el encuentro con su patrona en la escalera. Su cuchitril, que más parecía un armario que una habitación, se hallaba justo bajo el tejado de una casa de cinco plantas. El apartamento de su patrona, quien, además de alojamiento, le proporcionaba pupilaje completo, daba al rellano del piso inferior, de modo que nuestro joven había de pasar por fuerza, siempre que salía a la calle, por delante de la puerta de su cocina, habitualmente abierta de par en par. Y cada vez que esto sucedía, el joven experimentaba cierta vergonzante impresión de malestar y cobardía que le hacía torcer el gesto. Estaba muy entrampado con la patrona, y temía tropezarse con ella.

P.D.: Alguna vez tendría que hacer, como he visto por ahí, una lista de los libros que he intentado leer una y otra vez y con los que (aún) no he podido. Aunque solo sea por eso de la catarsis, preciosa palabra.