3 de febrero de 2008

El hueco que deja el diablo, fragmento

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JIM Y MARY

Mary y Jim con bañadores enteros en la playa atlántica de Coney Island. Cae la noche. Igual que para Tristán e Isolda. Raras veces un enamoramiento empieza de noche, cuando la pareja está sola. Para enamorarse hay que estar en compañía (llegado el caso, en compañía de las masas que por la tarde pisotean la playa), es decir, adaptar las debilidades a todas las demás. El momento siguiente, cuando los dos se quedan a solas, adquiere su sólida estática de la anterior presencia de los otros. En ese sentido, dice el ergonomista Dietmar Knoche, el amor es un producto social, el producto de una afortunada casualidad: dos personas derriban las barreras defensivas y, al mismo tiempo, oscilan al ritmo de los demás. ¿Lo consideraría usted un proceso improbable? Knoche contesta: Sí, siempre. Y cada vez.



Alexander Kluge, El hueco que deja el diablo

3 comentarios:

Manu Espada dijo...

Curiosa teoría sobre el enamoramiento, pero hacer teorías de algo así siempre resulta cuando menos, paradójico, por aquello de reglar un sentimiento. Besos.

Manu

Ar Lor dijo...

No he leído a Kluge, pero pienso darle una ojeada a El hueco...
Parece un autor que incrusta lo que le da la gana en el texto (y le sale bien). En cuanto a que el amor es un producto social ¿pues sí! ¿Y por qué?
pues por la misma razón que lo es la borrachera,cada país tiene sus borracheras y sus comportamientos de borrachos, y en el fondo, es el mismo alcohol para todos.

Recaredo Veredas dijo...

No s� si el amor es o no un producto social. O biol�gico. O ambas cosas. Lo que s� s� es que el libro de Kluge es, cuando menos, distinto. Y permite una lectura l�cida y radical de nuestros tiempos. Saludos.