16 de mayo de 2008

Emocionante

Desafío a quien sea a que escuche este aria sin sentir una bola de emoción, consistente y perceptible, desde el velo del paladar hasta las puntas de los dedos de los pies.



Desafío a quien sea a que mire a los ojos de Pavarotti sin sentir ese estremecimiento del príncipe Calaf que jura que jamás nadie sabrá su nombre, salvo su amada Turandot, sobre cuyos labios lo dirá, al alba, cuando haya vencido y ella sea suya.

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