3 de noviembre de 2008

El frenesí creativo, esas novelas que no tendría que comprar y, por supuesto, el presidente de los EEUU

Hace unos días, Manu apuntaba en su blog a ese problema que tenemos los que intentamos escribir (no todos, pero bastantes): cómo ser prolífico y no morir en el intento. Daba el ejemplo de Ray Bradbury, que tenía que producir todo lo que podía en un sitio donde alquilaban máquinas de escribir por horas. Y yo me acordé de Georges Simenon, que escribía sus novelas del comisario Maigret en 11 días, sin parar ni un momento, ni siquiera a rascarse la nariz.

Después me vino a la cabeza el NaNoWriMo (National Novel Writing Month), un evento que consiste en un montón de gente que se pone a escribir una novela de mínimo 50000 palabras durante el mes de noviembre. ¿Frenesí creativo,o locura global? Hablo un poco más de ello en mi columna de esta quincena.

Creo que no todos somos susceptibles de ser poseídos por el mismo tipo de frenesí creativo. Creo que el modo de crear es terriblemente dependiente de la idiosincrasia de cada cual, de sus manías, de sus horarios y costumbres y, por supuesto, de sus posibilidades (tanto materiales como intelectuales). Admiro lo prolífico que es Bradbury, pero al mismo tiempo admiro la precisión matemática de Rulfo, que publicó tan poco, pero tan bueno.

Lo que no admiro en absoluto es la verborrea de Jed Rubenfeld y su infumable interpretación del asesinato. Ganas me dan de interpretar su asesinato, literariamente, por supuesto. Después de 50 páginas ya estaba a punto de que se me cayera el libro de las manos. Decidí darle 100 páginas más (tiene como 600). Todavía no he llegado a ese hito, pero estoy a punto de dejarlo anyway. Qué cambios de punto de vista más sensacionales (y más chapuceros) en medio de las escenas. Qué imagenes de Sigmund Freud tan tópicas. Qué narradores mezclados tan incoherentes. Qué trampas a cuenta del asesinato. Qué forma tan burda de intentar captar la atención del lector adelantándole con un narrador en tercera persona lo que el protagonista en primera no puede ver. Pfffff. Lo dejo pero ya.


Y claro, no puedo cerrar esta entrada sin hablar de las dichosas elecciones americanas. No sé si me alegro de que haya ganado Obama --al fin y al cabo, en lo que a nosotros y a nuestra pequeña porción del planeta concierne, dudo mucho que nada vaya a cambiar de forma sustancial. Pero hay que reconocer que los americanos sí que saben organizar unas elecciones. Aquí jamás podría pasar algo parecido. Y mucho menos lo de McCain ofreciendo su ayuda al nuevo presidente. Vamos, creo que me caería al suelo de la sorpresa si llego a verlo por estos lares.

3 comentarios:

Ar Lor dijo...

¿Y por qué no lo asesinas "literariamente", ciento cincuenta páginas de "tostón", te dan derecho a ello.
Muy bueno el articulo de "sincolumna".

Anónimo dijo...

¿Qué margen de confianza le damos a una novela?
¿100 páginas, 200 páginas, cuarto de kilo, cuarto y mitad? ¿En qué página decidimos que si no nos ha dicho nada hasta ahora ya no lo hará?

Antes tenía un problema: tenía que acabar todo lo que empezaba. Era como una obligación con el libro. Ahora si un libro me aburre, abro la ventana y lo tiro.

Feliz viernes

Manu Espada dijo...

Me ha dejado pegado a la silla lo del National Novel Writing Month, madre mía. Y lo de dejar un libro aburrido, yo lo hago a las pocas páginas, y sin remordimiento ninguno, no estamos para perder el tiempo.